Por Rafael Malpica
El gobernador de Michoacán Silvano Aureoles, en el ámbito político, es un muerto en vida. Su comportamiento en los últimos días, -y más desde el pasado miércoles-, pone en evidencia que es un hombre acorralado, herido, desbocado. Y todo mundo sabe que un organismo, un animal en esas condiciones (pongamos por ejemplo un caballo fino, de esos que le gustan mucho al señor gobernador; o un felino salvaje como un puma), es un riesgo físico para todo ser vivo que encuentre a su paso. Esa es la triste realidad de Silvano: hoy, es un hombre que representa un serio riesgo para su entorno, y un peligro para él mismo, y las personas cercanas a su círculo familiar, y gubernamental.
Por supuesto que no extraña su actitud si reconocemos que obedece a su natural respuesta de un destino que parece manifiesto, evidente, determinado: la investigación judicial, y la cárcel, por la, presuntamente, deshonesta y corrupta gestión gubernamental.
Por todos lados hay prueba de un uso indeterminado de recursos públicos en tareas no propias de la administración pública, pero quien debe investigar no lo hace… aún. Nada mejor como ejemplo, lo que ha llamado su cruzada nacional para denunciar a Morena como narco partido, y a los gobiernos federal y el de Alfredo Ramírez Bedolla en Michoacán –que está por iniciar-, como narco estados, una movilización en medios periodísticos, que en realidad es una acción política personalísima que paga con recursos públicos.
Silvano, en mi muy personal interpretación, es un hombre mentalmente enfermo, que se ha convertido en un verdadero peligro para los demás. Sería muy útil para entender su comportamiento, que profesionales de la salud mental, pudieran hacer un perfil clínico de este hombre que en menos de 100 días dejará de ser el gobernador de Michoacán.
Así entenderíamos –aunque no se justificaría-, su reacción.
Si es que se demuestran actos ilegales en el ejercicio de sus funciones, y en el uso y destino de los recursos públicos, la ley debe aplicarse. Es así de simple. Y eso no es persecución política. Es hacer pagar con todo el rigor de la ley, a un funcionario deshonesto, y a otros funcionarios y funcionarias que estuvieran en su misma condición, que parece que los hay.
Seguramente para este momento ya la Fiscalía General de la República tiene una carpeta preparada para iniciar los procedimientos legales correspondientes y someter a la justicia, a este personaje que pasará a la historia de Michoacán como uno de los más discutibles gobernantes.
¿Qué anima a Silvano a lanzar esta guerra mediática, que no cruzada? ¿Qué poderoso influjo se ha apoderado de este hombre que pudo brillar en el escenario político nacional, y que hoy parece destinado a la sombra?
Convertirse en un perseguido y mártir político, es la salida facilona para explicar que la justicia va a estar detrás de él. Y ya lo sabe, pues de otra forma su reacción ante el inminente relevo en el gobierno de Michoacán –y sin culpas como lastre-, sería otra.
El escenario o los escenarios, son complejos. Uno posible, es que, al paso de los días, una a una sus afirmaciones pierdan el vigor de la oportunidad periodística, y se conviertan solo en una referencia circunstancial. Y puede ser así, porque sus palabras no han sido apuntaladas con pruebas documentales. Son simplemente su palabra, y mapitas de colores con interpretaciones personales, la base de su argumentación y denuncia.
En este contexto, la gente que le acompaña en esta última parte de su gobierno, y sus amigos y socios políticos de toda la vida –aunque le deban favores o contratos de obra o de recursos materiales-, paulatinamente se retirarán, se alejarán de los disturbios, y lo dejarán solo para enfrentar el proceso judicial que parece inminente.
Esto puede extenderse algunos meses más, incluso después de entregar el gobierno el 1 de octubre de 2021. Pero seguramente los gobernadores, políticos y empresarios que le financian ahora, también se alejarán de este hombre que parece ser una verdadera bomba de tiempo, legal y política.
El final de Silvano Aureoles parece ya escrito. Es el Santiago Nasar de la política mexicana contemporánea, que no se entera de su muerte (en el caso de Silvano de una muerte política), hasta minutos antes de dejar de existir. Es la crónica de una muerte política, anunciada muchos meses atrás.
En los meses por venir, seguramente veremos desplegarse en los medios de comunicación, las pruebas documentales y testimoniales de su oscura actuación y sus decisiones al frente del gobierno de Michoacán. Quizá la Fiscalía General de la República atraiga el caso –por el tema de los recursos públicos federales-, y debido a la complacencia de autoridades de papel como la Secretaría de Contraloría de Michoacán, o la Auditoría Superior de Michoacán, que sirvan para nada y para lo mismo; e incluso de la legislativa Comisión Inspectora de la Auditoría Superior de Michoacán. Quizá la Auditoría Superior de la Federación también inicie su propia investigación. Quizá.
Creo que, más allá de esas evidencias de hombre mentalmente enfermo, Silvano es un ser humano sin energía positiva y sin alma. Frente a su realidad personal (que me apena por su familia), lo único que puedo hacer, y muchos más, es pensar en él positivamente para que encuentre el camino correcto, y enfrente a la justicia como hombre, si es que se comprueban ilícitos. Por lo demás y respetuosamente, también espero que en medio de este caos personalismo, logre la paz espiritual para renovar su energía, y entienda que la transformación existencial, empieza desde nuestro interior.
Buen camino, señor.
Es cuanto…