CuartoPoder / Marco Antonio Duarte
Morelia, Mich.-El 24 de febrero del 2013, habitantes de La Ruana se levantaron en armas contra “Los Caballeros Templarios”, dejando el miedo a ser desaparecidos, descuartizados, decapitados o, en el mejor de los casos, simplemente ejecutados a balazos.
Hipólito Mora Chávez, un agricultor de limón, encabezo la lucha de un grupo de hombres y mujeres cansados de la opresión del cártel que, a manera de secta, creo Nazario Moreno González “El Chayo”, líder de “Los Caballeros Templarios.
Sin miedo a morir, pero sí con la rabia por la opresión del narco, los pobladores de La Ruana –otrora cuna de traficantes de mariguana-, capturaron a 21 sicarios, “punteros” y hasta Juan José Gómez, jefe de plaza de los “Templarios”.
Los colaboradores del cártel michoacano fueron detenidos uno a uno desde las primeras horas del 24 de febrero, y encarcelados en un banco de arena que Los Caballeros Templarios robaron a su legítimo propietario, en el camino que une a La Ruana con el municipio de Aguililla.
El comandante de la Policía Federal, Teófilo Gutiérrez, arribó al banco de arena en un helicóptero black hawk, mientras que 60 de sus policías lo esperaban en tierra con un camión blindado “Rinoceronte” y once patrullas.
El teatro federal había iniciado y Teófilo Gutiérrez, acompañado de un agente del Ministerio Público Federal, convenció a Hipólito Mora de entregarle a los 21 detenidos, tras interrogarlos brevemente en un cuarto del banco de arena que hacía las veces de oficina.
Cada uno de los “templarios” fue conducido al camión blindado de la Policía Federal, en medio del júbilo de hombres, mujeres y niños que aplaudían y gritaban consignas contras “Los Caballeros templarios”.
Los 21 detenidos fueron trasladados a Morelia a través de un impresionante operativo federal, pero fueron liberados por la PGR cuyos fiscales ignoraron una denuncia firmada por 73 pobladores de La Ruana.
La traición del gobierno federal continuó y llevó a la cárcel a Hipólito Mora, quien con 28 de sus hombres enfrentó un proceso penal por la muerte de once personas, entre ellas su hijo Manolo Mora Moreno, en una emboscada que su grupo sufrió a manos de sicarios de Luis Antonio Torres “El Americano”, quien se infiltró como “autodefensa” para facilitar las operaciones del narcotráfico.
Mora Chávez y sus hombres demostraron su inocencia y se replegaron a La Ruana, mientras sicarios “arrepentidos” se infiltraron en otros grupos de autodefensa para crear los carteles H-3, La Nueva Familia Michoacana y sus brazos armados de Los Viagras, Los Blancos de Troya, o bien sumarse al Cártel Jalisco Nueva Generación.