¿No que no?
Sabedor de las graves irregularidades en que incurrió al registrar firmas (sin consentimiento) para el proceso que definirá al aspirante presidencial del Frente Amplio por México (FAM), Silvano Aureoles (re) inició su ya tradicional plan de chantaje, en busca de una lastimera, pero muy valiosa, candidatura plurinominal.
Con sendas investigaciones en su contra por presuntos actos de corrupción que ha acumulado a su paso por la alcaldía de Zitácuaro, la extinta Secretaría de Desarrollo Rural de Michoacán (Sedagro) y más recientemente en el Gobierno de Michoacán, Silvano Aureoles nuevamente hace uso de los únicos amigos que le quedan: el chantaje, la diatriba y la amenaza.
En su papel de exgobernador, aunque de forma clara menguado políticamente, se atrevió a pedir (exigir) al que dice que es su partido -el moribundo PRD- que abandone el Frente Amplio por México, en el que él mismo y su equipo sabían que no tenía, tuvo, ni tendría, posibilidades de aspirar a la candidatura presidencial.
Y es que tan solo uno de los requisitos para encabezar la candidatura presidencial del FAM fue certero para terminar con la aspiración presidencial de Aureoles: Ser una persona honrada y de probidad comprobada.
Con el (re) inicio de su chantaje, casi a manera de capricho, Silvano Aureoles nuevamente advierte, deja en claro, afirma, demuestra (y se puede escribir una larga lista de sinónimos) que su única forma de hacer política es al estilo del viejo PRD: a sombrerazos.
Más aún, la auditoría técnica que el oriundo de Carácuaro exigió al FAM sólo le representará un balazo en el pie, aunque siempre le queda su as bajo la manga: la descalificación.
Por ahora, pareciera que el ingeniero agrónomo pudiera continuar su oooootro proyecto (el ganar-ganar a costa de lo que sea), en la franquicia que adquirió con sus (¿amigos?) operadores políticos en el partido naranja, donde la carroña es poca y el hambre es mucha… ¿No que no?