Por Ar Mendoza
La carrera por la sucesión presidencial del 2024 comenzó desde hace varios meses, sin embargo, cada día vemos con más prisa a las famosas “corcholatas” del Presidente Andrés Manuel López Obrador por generar adeptos e intentar posicionarse mediáticamente. Algunos incluso, ya tienen en distintos puntos de Michoacán muros pintados con el nombre de una de las corcholatas del oriundo de Macuspana.
Pero como dicen los que saben… “serenos morenos”, que aún queda un largo camino por recorrer y desgaste por aguantar. Ya sabemos que en el juego de la política el que asoma la cabeza de más, puede ser descalabrado; es más, les pongo un ejemplo que sucedió en el pasado proceso electoral en Michoacán, donde un dizque senador de la República ya se sentía gobernador; todas las encuestas lo favorecían según él y al final quedó como novio de rancho, “vestido y alborotado”, contendiendo por un partido político ajeno a Morena y quedando en último lugar.
Las corcholatas morenistas no solo disputarán una encuesta interna al interior del partido guinda, sino que intentarán que la Cuarta Transformación trascienda a Andrés Manuel López Obrador, lo que supone un reto mayúsculo después de la aceptación del Presidente con la ciudadanía y la revolución pacífica y democrática que lo llevó a Palacio Nacional.
Aunque falta mucho todavía, las principales encuestadoras del país dicen que, si hoy fueran las elecciones, Morena arrasaría con el 29.8 por ciento de los votos, mientras que a pregunta abierta ¿a quién prefieres como candidato/a por el Movimiento de Regeneración Nacional para la presidencia del 2024? el Canciller Marcelo Ebrard sería el elegido con 20 puntos por 19 de Claudia Sheinbaum y dos del Secretario de Gobernación Adán Augusto López.
Sin embargo, la división interna sería el factor disruptivo que podría desestabilizar a los partidos políticos que integran la alianza “Juntos Hacemos Historia” (Morena, PT, PVEM) y el más claro ejemplo ya lo puso otro de los aspirantes a la Presidencia de la República, el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña, quien instó al mandatario mexicano a que “saque las manos del proceso”, lo que significaría el principio del golpeteo mediático entre aquellos que suspiran por sentarse en la Silla Presidencial.
La “operación cicatriz” seguramente será fundamental para que en la “izquierda” todos marchen en unidad y puedan lograr consolidar otros seis años de la “Cuarta Transformación”, dejando en el total abismo a una oposición aletargada, dividida y sin oportunidades.
Dentro del PAN la división comienza a reflejarse, después de las dudas que ha generado la ruta de Marko Cortés con el PRI y el PRD, o al menos así lo ha dejado ver el senador Damián Zepeda, quien dijo no compartir la alianza, no sólo porque no tienen una misma visión de gobierno, sino porque la ciudadanía no la ve con buenos ojos.
El PRI pasó de ser un partido político con identidad, con voto duro, fuerte, poderoso, con estructuras, con sectores y organizaciones a ser simplemente un satélite del panismo, algo que se ha fraguado desde su dirigencia nacional, con un líder que representa lo más corrupto de la política mexicana. Teniendo incluso una división muy marcada con los ex dirigentes priístas y el senador Miguel Ángel Osorio Chong, quien más de una vez ha manifestado su descontento con los manejos al interior de la institución tricolor… imagínense nada más a lo que ha llegado este instituto político, que su voz más crítica está reflejada en el ex secretario de gobernación de Enrique Peña Nieto.
No podemos negar que el show mediático en torno a la sucesión presidencial está mejor que cualquier serie de éxito emitida por las plataformas de streaming, no obstante, el verdadero elemento disruptivo podría ser Movimiento Ciudadano, no precisamente por sus buenos perfiles, o por su calidad moral, sino porque ya se desmarcó abiertamente de la alianza Va por México y podría, sin ningún problema, buscar dividir el voto de la izquierda encontrando a su candidato en una de las corcholatas morenistas descontentas.
O podría, quizá, optar por seguir posicionando a Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey, quién tal vez generaría más pelea que los partidos políticos “tradicionales”, siendo éste un elemento a considerar no para el 2024, sino para el 2030, captando el voto de las nuevas generaciones por su perfil y su historia de vida, es decir, lo irían preparando de a poco.
Así pues, el factor fundamental de cara a la sucesión presidencial tendrá que ser la unión de la izquierda en torno a un solo proyecto, porque recordemos que la derecha a través del marketing y los medios de comunicación pueden generar a un candidato a muy corto plazo.