Por Patricia Padrón
A 34 días de la elección, en Michoacán se viven las campañas electorales de formas muy diversas.
Por ejemplo, existe una diferencia muy marcada entre la Alianza por Michoacán y Morena; éste último arranca un mes después, con un candidato gris, sin una imagen que convenza y criticado por, a decir de los propios morenistas, de ser un perfil impuesto como su antecesor, quien se desmoronó por violar la ley al no entregar sus informes de precampaña.
Con cientos de comités territoriales de Morena sumados a Carlos Herrera, Alfredo Ramírez Bedolla entrará al ruedo con una débil estructura, con pleitos internos y con un partido auto destruido.
En cambio, el zitacuarense sigue incrementando adeptos de todos los sectores y las encuestas levantadas en tierra, es decir, cara a cara con los potenciales electores, lo colocan en ruta de ganar el 6 de junio.
En sus filas, la unidad y el trabajo en equipo son sus mayores fortalezas, y lo hacen con estrategia metodológica y no a inventivas de un momento a otro.
Sin tener militancia partidista, pero arropado por el PRI, PAN y PRD con todas sus estructuras, el empresario Carlos Herrera Tello está destinado a ser el próximo Gobernador de Michoacán y, con ello, asestar a Morena una de sus derrotas más dolorosas y ganadas a pulso por sus desatinos y el afán de querernos imponer en México una dictadura que no tenga contrapesos. Al tiempo.