Por JOEL ALEJANDRO ARELLANO TORRES
El olor a jurel (gallego en esta zona del Golfo de México) aumenta con el intenso calor del mediodía, y el paso de las horas en un puesto improvisado sobre el Malecón de Coatzacoalcos; Sin embargo, para Pedro, pescador de la Congregación de Las Barrillas, es una oportunidad para obtener un ingreso económico, luego de la crisis económica que azota el país, y en espacial al sur de Veracruz.
Mientras «aliña» (limpia) las dos piezas recién vendidas, y donde obtiene 20 pesos por cada una, relata que su oficio es una de sus pasiones, ya que para sus compañeros y para él, pasar más de 14 horas en altamar significa salir a ganarse la vida.
Con un acento porteño, que mezcla palabras «spanglish» y una que otra grosería, Don Pedro precisó que este jueves, tuvo una pesca «más o menos», y que sólo fueron cerca de 150 piezas las que lograron obtener, cuando en otras ocasiones son hasta más de 500 pescados.
Mientras sus amigos atraen a los automovilistas, cargando los pescados y exhibiendoles a pleno sol, Pedro en una mesa de madera, los destaza y prepara para su próximo destino: el sartén, y por último el paladar.
Por último, dijo sentirse contento de poder vender este tipo de especies, ya que su costo en el mercado es cinco veces mayor al que ofrecen, por lo cual, aseguró contribuye a la economía de las familias.