Por Jaime Martínez Ochoa
Hace apenas unos años, la imagen habría movido a la incredulidad: Que a un candidato del PRD al gobierno del estado le levantaran la mano los dirigentes nacionales de la oposición, PRI y PAN, parecía no sólo irrealizable sino imposible. ¿Juntar el agua con el aceite?
Esto sólo ocurrió por un motivo: por la manera cerrada y autoritaria de ejercer el poder del presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido. Al intentar copar todos los espacios públicos, al censurar todo lo que no tenga que ver con él, AMLO ha propiciado que diferentes fuerzas se junten. Por ello, se trata de una alianza coyuntural y pragmática, en la que unos ceden y otros ganan, con el evidente propósito de no dejar que el presidente se lleve toda el agua a su molino.
Pero más allá de la unión de los diferentes partidos en torno a un solo candidato, lo que se avizora es que en este movimiento empiezan a sumarse voces que vienen desde otros ámbitos, del sector empresarial, el cultural, el social y el de espectáculos, por mencionar sólo algunos que empiezan a asomar en las redes sociales.
Aquí se aglutina gente de derecha moderada, de ultraderecha, izquierdistas decepcionados, intelectuales que, después de darle un voto de confianza al presidente, han preferido apartarse. No es sólo la gente conservadora, como la descalifica AMLO, sino también liberales, para utilizar estas expresiones decimonónicas que tanto le gustan.
No obstante, hay que decirlo: el hecho de que Carlos Herrera, el candidato a la gubernatura, haya logrado que partidos de diferente raíz ideológica le levanten la mano, es apenas el punto de arranque de una batalla que desde ya se avizora larga y competida.
Ahora el reto del candidato no es solo convencer a los ciudadanos que tiene los elementos necesarios para derrotar al perfil de Morena sino de convencer incluso a los escépticos del PRI y del PAN, que puede abanderar también sus causas. En suma, lo que está en juego no es tanto ver quién tiene más poder sino apostar por una campaña de propuestas que le lleguen realmente al ciudadano.
AMLO y, en su defecto, la mayoría de los gobiernos morenistas, han apostado por la teatralización de la política, apelando a la polarización, el denuesto y la descalificación, antes que a la construcción de políticas públicas para todos los ciudadanos. Haciendo ruido, han pretendido que los mexicanos se distraigan de lo mucho que falta por hacer en materia de servicios básicos y atención a la ciudadanía. Una prueba de ellos es el manejo del COVID-19, al que han desdeñado para no perder las simpatrías públicas. Han preferido pecar de omisos antes que poner en riesgo una ganancia electoral.
Por ello, lo que ahora se requiere es profundizar en una estrategia que haga énfasis en las necesidades más apremiantes de los ciudadanos, convirtiendo a los gobiernos no en administradores de los problemas sino en generadores de programas y acciones que en verdad nos ayuden a salir adelante.
Carlos Herrera no la tiene fácil, pero con la suma de fuerzas aparentemente tan contradictorias en su favor, se puede empezar a mover la balanza en un sentido positivo. La pelota está en su cancha.
Contacto: jmochoa4@hotmail.com