CuartoPoder / Redacción
Gertrudis Bocanegra es llamada “La herorína de Pátzcuaro”, su tierra natal.
Año con año se entrega una presea que lleva su nombre. En esta ocasión, la galardonada será Carmen Aristegui, directora del sitio de noticias www.aristeguinoticias.com
La entrega de la presea será el 5 de mayo en Pátzcuaro, con la presencia de los tres poderes del estado.
En marzo pasado, por mayoría, los integrantes del cabildo aprobaron la entrega de la misma a la periodista.
La propuesta fue presentada por organizaciones de la sociedad civil, instituciones culturales, académicas y juveniles del municipio, quienes consideraron que el trabajo de Aristegui aporta elementos para la construcción de un país más libre y democrático, tal y como lo hizo Gertrudis Bocanegra en otro contexto.
Previamente, la presea ha sido entregada a la escritora Elena Poniatowska Amor, a la actriz Ofelia Medina, la activista Alicia Rodríguez, la investigadora María Teresa Martínez Peñaloza, y a la ex rectora de la Universidad Michoacana (UMSNH), Silvia Figueroa Zamudio.
De acuerdo con un ensayo biográfico escrito por Jesús Romero Flores, esta es parte de la historia de Gertrudis Bocanegra: “A mediados del siglo decimoctavo vivía en la ciudad de Pátzcuaro un acomodado español, que fue el padre de nuestra heroína, la cual nació en dicha ciudad… En la paz inalterable de aquella hermosa ciudad transcurrieron sus primeros años, ilustrando su espíritu con los conocimientos que el medio podía proporcionarle; pero, no era el suyo un espíritu resignado y pasivo, que, como el de muchas mujeres de su tiempo, podría conformarse y satisfacerse con la vida doméstica y las prácticas devotas; era el de Gertrudis un temperamento rebelde y batallador que no podía someterse fácilmente a los hechos que la tradición establecía; así lo comprueba con uno de los primeros y más trascendentales actos de su vida.
“Apenas en los albores de su juventud, sintió nacer en su corazón la llama de un cariño profundo hacia un joven militar que, con el grado de Alférez de los ejércitos del Rey, había llegado a la ciudad de Pátzcuaro. Aquel joven de apellido Lazo de la Vega, se prendó también de la agraciada Gertrudis y se lo manifestó; pero ésta se negó a corresponderle, no obstante que sentía por él un grande afecto, tan sólo porque formaba parte de una corporación al servicio de los opresores de su Patria. Y así se lo hizo conocer, exigiéndole, como condición indispensable para hacerla su esposa, el que debería solicitar su retiro absoluto del Ejército…
“Gertrudis Bocanegra amaba al indio, compatriota suyo. En los días de tianguis veía llegar, por los alegres caminos que concurren a la ciudad de Pátzcuaro, a los pobrecitos purépechas cargadoos con los productos que cultivan o elaboran en los pueblos que rodean el lago, para realizar aquellas modestas mercancías por unas cuantas monedas de cobre, y regresar por la tarde, conversando en su nativo idioma, a los rientes pueblecillos medio ocultos entre las arboledas. Trabajando siempre y siempre pobres, sin tener esperanza de mejorar algún día su condición de parias.
“Este espectáculo, unido al de las injusticia y vejaciones de que frecuentemente eran objeto, encontró en el alma sensitiva de aquella mujer un eco doloroso, pero traducido al fin en una firmísima resolución de coadyuvar a la liberación de la raza mexicana, para darle una patria suya, devolviéndole en razón lo que la ambición de unos cuantos le había arrebatado.
“La lucha de insurrección encontró en Gertrudis su mejor colaboradora y desde luego ofrendó a la causa los dos afectos más grandes de su vida, convenciendo a su esposo de que debería unirse a los insurgentes, yendo a pelear al lado de los caudillos… y su hijo, que era apenas un jovencito que contaba diecisiete años. Ambos asistieron a la batalla del Puente de Calderón, desastrosa para las armas americanas…
“Su casa era en Pátzcuaro el centro del movimiento insurreccional; esto, y el hecho de tener a sus familiares en el campo insurrecto, le proporcionaba frecuentes dificultades con las autoridades realistas; pero ella salía airosa de todas, ya que las constantes reuniones que en su casa había, les daba el carácter de tertulias, para así distraer la atención de los elementos del bando contrario, que la vigilaban cuidadosamente…”.
Con información de aristeguinoticias.com