CuartoPoder / Pedro Antonio Aguilar
Morelia, Mich.-El ranchogate es un episodio más del entramado de complicidades que se tejieron en la administración de Silvano Aureoles Conejo, un periodo caracterizado por los excesos y derroche a costa del erario público. El rancho de la corrupción, como se le comienza a conocer, refleja el alma de un régimen corrupto y podrido, que busca preservarse a costa de lo que sea.
En esta trama de complicidades destacan el auditor superior del estado, Miguel Ángel Aguirre Abellaneda y su esposa Patricia Orozco Cortez, quien de acuerdo con una escritura pública es la actual propietaria del rancho Las Joyitas, donde se habrían encontrado muchos billetes en bóvedas como si fuera banco suizo.
Quizá ahí están los dineros de las cinco quincenas que le esquilmaron al magisterio michoacano, las becas para jovenes, los bonos de los policías, el dinero que fue negado a los municipios para brindar mejores sericios a la población.
El auditor “carnal”, como se le conoce por ser imposición de Aureoles para tratar de cubrir sus espaldas, se dio un balazo en el pie al convocar a una improvisada rueda de prensa para decir que la “señora”, así se refirió a su esposa, no era la dueña del ostentoso ranchito y hasta amagó con demandar por difamación a un medio de Ciudad de México por publicar dicha información.
Quién sabe si su arrojo para salir a decir mentiras fue por presiones del ex mandatario o si de plano es muy leal a quienes le han dado chamba, fama y, dicen las malas lenguas, fortuna, pero el auditor se lo comió enterito -el anzuelo, por supuesto- y hoy ha quedado atoradísimo, revolcado entre las patas de los caballos (pura sangre o árabes elija usted, como los que le gustan al oriundo de Carácuaro), evidenciado como el presunto prestanombres de su ex jefe. Triste papel para quien se encarga de velar por la transparencia de los recursos públicos de Michoacán.
Por su parte, Silvano Aureoles salió más rápido que una bala a decir que ese ranchito precioso no es suyo y que lo acusan para bajarlo de la grande porque sus opositores saben que lleva las de ganar (carcajadas).
Delirio, viaje astral o patadas de ahogado, pero Silvano dejó entrever en su mensaje en redes sociales y en la entrevista que concedió a un medio local, que siente pasos en la azotea, nervioso, con la quijada tensa y el pulso acelerado, como marido infiel que niega y niega y niega sus fechorías sabiendo que la esposa ya no le cree nada de tantas que ha hecho.
No hay que pasar de largo que cuando fue delegado administrativo de la Secretaría de Finanzas, Miguel Ángel Aguirre Abellaneda dejó una estela de opacidad en contratos y pagos a personajes como Víctor Manuel Álvarez Puga, hoy prófugo junto con su esposa Inés Gómez Mont por delitos relacionados con su inexplicable riqueza.
Tampoco se debe olvidar que Silvano Aureoles pagó con el dinero de los michoacanos a medios de comunicación para promover su maltrecha imagen en la búsqueda de una candidatura presidencial que, siendo realistas, nunca tuvo posibilidad de tener, menos ahora que su partido ha quedado reducido a menos que polvo por sus anteriores aliados.
Las y los michoacanos quieren que los corruptos paguen por el abandono en que dejaron al estado, no van a perdonar que se olviden las canalladas que costaron dinero, pero también hambre y idas en ese oscuro periodo que, afortunadamente, se está superando.