CuartoPoder / Verónica Torres Medrano
Morelia, Mich.- Durante año y medio, Didi estuvo en un albergue en la espera de amor y cariño humano que le hiciera cambiar la idea del maltrato y crueldad que vivió. Sus cuatro patas, una nariz mojada y su lengua son su forma de comunicarse con la humanidad, conocer el lugar donde vive, el mundo que lo rodea porque una persona la privó de la vista.
De ser un “hueso”, hoy es puro amor que vive con una familia y cinco animales más, entre ellos dos perros que se han convertido en sus hermanos perrunos y que le han ayudado a sobresalir la crueldad que vivió.
Claudia Huentello, de la Asociación Civil “Amar a la Tierra” cuenta que Didi fue víctima de la crueldad de una persona que le aventó químicos a sus ojos; quienes la rescataron se dieron cuenta de la situación y la querían dormir, mientras que la asociación apostó porque siguiera con vida pero sin sus ojos.
Se cree, dice, que los químicos se los aventaron estando embarazada, porque ya ciega, seguida llevándole comida a sus perritos.
Durante año y medio no fue adoptada por el estigma por parte de la población de que se trata de una perrita con discapacidad, pero que la familia que la adoptó hoy cuenta que tiene una excelente memoria y que se mueve bien en el espacio que habita, inclusive su relación con los humanos y otros animales con los que convive es buena.
“Es ejemplo de que la crueldad existe y que el amor de los seres humanos cambiar a todo ser vivo; los perritos rescatados son agradecidos y su discapacidad no es impedimento para ser feliz”, resalta.
Como Didi son cientos de casos de maltrato y crueldad animal que se viven en Morelia, en Michoacán, en México y todo el mundo. Las asociaciones civiles animalistas hoy buscan mayores penas y que haya un reconocimiento y diferencia entre maltrato animal y crueldad para que las sanciones a las personas sean mayores.